Carius podía sentir cómo su agarre se fortalecía, el aire alrededor del dragón se volvía más distorsionado. Pero no dijo nada. Era primordial que Draktharion llegara a esta realización por sí mismo.
Draktharion exhaló bruscamente, su mirada fundida perforando a Carius. Sus enormes manos garra se cerraban y abrían como si combatieran una guerra invisible dentro de él.
—Quiero un contrato de maná.
Carius permaneció en silencio por un momento, sus ojos no traicionaron nada. Luego, con un simple movimiento, un contrato dorado se materializó en su mano.
Se desplazaba fluidamente mientras grababa cláusulas en él con el movimiento de sus dedos. Cuando terminó, lo envió hacia adelante.
Draktharion lo atrapó en el aire, sus ojos ardientes escaneaban rápidamente las cláusulas. Era al grano. Sin palabras excesivas. Sin manipulación oculta. Contenía exactamente lo que necesitaba, ni más, ni menos.
Su expresión permaneció tormentosa, pero su mano con garras presionó contra el pergamino.