Segundo Pliegue

Determinación iracunda.

Rabia intensa y resolución inquebrantable de nunca rendirse. Dejar la prisión en la que había estado atrapado. Asegurarse de llegar a la cima para que esto nunca, jamás se repitiera.

Estas habían sido las emociones que llevaron a sus elementos a romperse, y lo mismo había sucedido con sus elementos espirituales. Ahora, Atticus había entrado en el segundo pliegue, Integración.

El mundo se desveló ante sus ojos. Vio a Xal'zereth no como el alienígena masivo que parecía ser, sino por quien realmente era, la complejidad de su existencia convertida en un hilo elegantemente entretejido.

Sus miedos. Su orgullo. Sus esperanzas. Y finalmente, su debilidad.

Las brechas en sus movimientos que todos habían considerado perfectas. La demora fraccionada al desplazar su peso. Los tartamudeos en el flujo de su energía. Las microfracturas en su constructo defensivo.

Las inconsistencias que eran imperceptibles a simple vista, ocultas bajo una capa de precisión mecánica.