Tres

Todo el dominio humano cayó en silencio.

Tres colosales naves de guerra flotaban sobre el Escudo Égida, proyectando una sombra colectiva que eclipsaba el sol, tragándose el mundo en oscuridad.

Entonces vino el movimiento.

Ciudadanos, oficiales, incluso los miembros de los Escalados, cada ser humano salió de sus hogares y llenó las calles, alzando sus ojos hacia el cielo.

Tres insignias.

Tres señores supremos.

Cada uno capaz de traer nada más que devastación a su paso.

—E-Están a-aquí…

Las palabras sonaron frágiles y temblorosas, y vinieron de una sola persona. En realidad, había sido un susurro.

Pero en el pesado silencio que había atrapado a todo el dominio, viajó, resonando por todas partes. Y mientras la gente lo escuchaba…

Manos se apretaron.

Ojos temblaron.

Piernas se sacudieron.

Rostros se retorcieron en nada más que pavor.

Sabían que este día llegaría. Pero aún así, muchos se habían aferrado a la frágil esperanza de que tal vez, solo tal vez, no sucediera.