Mierda

Esa noche, la humanidad celebró.

El avance de Avalón al rango Paragón había suscitado un conjunto diferente de emociones entre las familias de nivel uno del dominio humano.

Muchos habían quedado abiertamente y completamente conmocionados, pero pronto, esa conmoción dio paso a algo más. Una oleada de alegría, de alivio, recorrió sus corazones.

En el pasado, esta reacción hubiera sido impensable.

En aquel entonces, las familias de nivel uno estaban en constante rivalidad, compitiendo por la dominación en cada momento dado.

Cualquier avance de otra casa se habría encontrado con sospecha, amargura y cautela. ¿Un nuevo Paragón? Eso habría significado disturbios civiles, cambios de poder y el resurgimiento de viejos rencores.

Pero esto no era el pasado.

La guerra se acercaba, una que no perdonaría a nadie. La amenaza que ahora se les presentaba exigía su unidad.

Las rivalidades que una vez fueron su centro de atención se habían desmoronado, reemplazadas por el entendimiento.