Atticus no estaba seguro, porque esta vez, las cosas eran completamente diferentes. No sabía mucho sobre los poderes del Jardinero, solo lo que Whisker le había contado. Tal como su nombre sugería, tenía que ver con nutrir y crecer. Pero eso era demasiado vago para formar una valoración precisa. El Jardinero acababa de convertir todo el dominio humano, el hogar de Atticus, en su propio dominio personal. Dondequiera que miraba ahora palpitaba con árboles y vegetación. Y si Atticus tuviera la opción, nunca lucharía contra alguien llamado el Jardinero en un lugar literalmente lleno de plantas. Sin embargo, no tenía intención de dejarlo escapar. Estaba empeñado en deshacerse de todos sus enemigos. De una vez por todas. El Jardinero caería aquí. Pase lo que pase.
Aun así, Atticus optó por observar. Por ahora.
—Esa mirada te sienta bien —dijo el Jardinero.