Cuando los Nocturnos se dieron cuenta de que no podían obligar a los Extractores a trabajar en contra de su voluntad, se enfurecieron.
Odiaban no poder conseguir algo con puro poder.
Eran extremadamente poderosos, ¡pero eso no servía de nada!
En sus sueños, habían imaginado ejércitos de Extractores esclavizados y miserables produciendo montones de Zephyx para ellos.
Lamentablemente, estos sueños no eran factibles.
Los Extractores necesitaban ser felices y relativamente libres para producir Zephyx.
Esto era una mala noticia, ya que eso significaba que los Nocturnos tenían que compartir sus recursos con ellos.
Después de más negociaciones, el Vigilante Nocturno hizo un trato con el Chancelor.
Los Nocturnos ayudarían a los humanos normales con muchas tareas diferentes, pero a cambio querían una parte mayor del Zephyx.
El Chancelor estuvo de acuerdo.
Los Nocturnos estaban furiosos cuando escucharon que tenían que trabajar para la gente normal.