Un Nombre Que No Debería Ser Dicho

Alba viajaba con un grupo bastante grande. Los tenía a todos consigo, la Grulla Carmesí, junto con Rayna y los demás. Se había vuelto bastante natural para ellos viajar juntos, y habiendo luchado codo a codo, aún más.

Para muchos de ellos, se trataba de una tierra y una ciudad extranjera, teniendo como vínculo a Raze.

Rayna sería en realidad quien dirigiría las negociaciones y conversaciones, ya que después de todo era la principal cabeza y representante de Flendon.

Cuando estaban a unos diez metros del ejército del rey, Alba comentó.

—Nos quedaremos aquí y esperaremos. Si hacen un movimiento, podemos ayudar desde esta distancia —dijo Alba—. Aunque estos tipos del reino saben de nosotros, realmente no saben de lo que somos capaces cada uno individualmente.

El grupo asintió en señal de acuerdo, y se vio a Rayna caminando adelante por su cuenta.