El Secreto de la Religión de Rylon

El sol radiante que atravesaba las cortinas cayó sobre el rostro de Charlotte, calentándolo levemente. Ella levantó la mano, rascándose la mejilla, con la pierna fuera de las sábanas y lentamente abrió los ojos.

Su cuerpo se sentía más cansado que cuando se había dormido, lo cual demostraba cuánto tenía que recuperar, lo duro que había sido para ella.

—¡Eh! —llamó Sunder—. Por fin despertaste, no te preocupes mucho, todos estábamos así cuando llegamos aquí, simplemente muestra que eres como el resto de nosotros, lo que nos hace sentir más cómodos.

Mirando en la habitación, Charlotte se dio cuenta de que todos los demás se habían ido, excepto Sunder, el chico adolescente. Luego él se dio la vuelta y cuando miró a Charlotte se restregó los ojos varias veces.

—¿Estoy viendo cosas o tu cabello cambió de color? ¿Está naranja ahora? ¡Está iluminando toda la habitación! —dijo Sunder.

Charlotte rápidamente tomó su cabello, e incluso arrancó un solo hilo, viendo el color naranja.