Una voz profunda resonó en los oídos de ambos hermanos, y no solo en los de ellos, sino también en los de Brack. Cuando levantó la vista, pudo ver que el Mago Oscuro, Raze, finalmente estaba de pie.
Ya no tenía la tez pálida que tenía antes. Ya no había sudor escurriendo por su cuerpo. Se había recuperado, y lo más extraño era que, a pesar de que estaba allí de pie frente a ellos, todos notaron algo extraño.
Han giró la cabeza.
—¿Su Qi, dónde está su Qi? No puedo sentir su Qi en absoluto —se preguntó Han.
—Finalmente salgo de esa pesadilla de situación y lo primero con lo que tengo que lidiar son ustedes dos niños problemáticos —comentó Raze.
—¡Niños problemáticos! —gritó Fing mientras soltaba a Brack y se ponía al lado de su hermano—. ¿Quién eres tú para decirnos eso? Nosotros, y nuestro padre, te tratamos como a una familia, te acogimos, ¡y ahora mira lo que le hiciste!