La búsqueda de la quinta ubicación resultó inicialmente desafiante, principalmente porque estaba enterrada bajo capas de nieve. La razón de esto era bastante extraordinaria: los dragones de cristal residían en un lugar inesperado, habitando en las profundidades de una mazmorra que yacía oculta dentro de un desierto en el lado sureste del territorio de los dragones.
La entrada a esta mazmorra no era convencional de ninguna manera. Se presentaba como un agujero colosal, un abismo masivo que se hundía impresionantemente quinientos metros hacia el interior de la tierra. En una inspección inicial, no se podía ver nada a mitad del agujero. Esta entrada no solo era difícil de localizar, sino también inquietante, envuelta en misterio e incertidumbre. La propia naturaleza de la mazmorra, oculta bajo el desierto, la hacía un lugar perplejo y desafiante de acceder.