Esperando

La creencia predominante sostenía que los soberanos de la prisión, quienes orquestaban los desafíos similares a un juego, eran responsables de las desapariciones. Se asumía que intervenían para mantener el control y evitar que alguna facción o individuo obtuviera un poder abrumador dentro de la ciudad. La sombra de la incertidumbre y el miedo persistía, desalentando la innovación tecnológica y manteniendo a los habitantes en un estado perpetuo de cautela.

La ciudad tampoco se expandía mucho porque el número de la población rara vez aumentaba o disminuía. Algunas personas ocasionalmente desaparecían, probablemente siendo borradas o llegando a la próxima zona. Nadie conocía los secretos para alcanzar las otras zonas, al menos en teoría. La gente creaba bandas y comenzaba a trabajar en conjunto, y todos podían decir que algunos de esos grupos tenían información valiosa.