Rain y el grupo avanzaron cautelosamente alrededor de la base de los enemigos, explorando meticulosamente el terreno mientras se movían. A pesar de sus mejores esfuerzos, no pudieron encontrar señales del rey no muerto ni de una estructura de comando central. Esto los desconcertó; no habían anticipado que el rey no muerto optara por ocultarse cuando un pequeño grupo infiltraba su territorio.
El paisaje estaba lleno de estructuras esqueléticas, y la inquietante sensación de ser observados persistía. El miasma añadía una capa adicional de dificultad a su misión, distorsionando sus sentidos de dirección y profundidad. A medida que avanzaban, la vigilancia del grupo se intensificaba, conscientes de que los enemigos podían surgir desde cualquier dirección.