June todavía no podía ver nada.
—¿Qué diablos está pasando? —murmuró.
¡Fue tan rápido que ni siquiera pudo comprender la situación!
Al principio, pudo oler el aroma familiar del aire acondicionado con el olor persistente del ambientador del coche.
Lo siguiente que supo, la oscuridad lo envolvió cuando una bolsa oscura fue colocada sobre sus ojos. Su pulso se aceleró y su cuerpo se tensó al sentir que lo arrastraban fuera del vehículo por un par de manos fuertes.
¡Parecía un secuestro!
—Quédate ahí —ordenó una voz ronca, empujándolo sobre lo que parecía una superficie endeble. June intentó levantar la mano y quitarse la venda de los ojos, pero antes de que pudiera, una voz retumbó a través de un altavoz cercano, asustándolo.
—No se quiten las vendas. Repito, no se quiten las vendas.
Podía oír murmullos a su alrededor, pero eran inaudibles.
June frunció el ceño e instintivamente inhaló, tratando de orientarse en su entorno.