Kwan inclinó la cabeza hacia un lado.
—¿No te habías dado cuenta ya? —preguntó.
—¿Hmm? —Lei tarareó.
—Pues, no me habrías contactado ni venido aquí si ya no lo supieras —se rió Kwan, cruzándose de brazos frente a mi pecho.
—Sinceramente, estoy sorprendido —continuó—. No muchas personas conocen mi identidad. Es impresionante cómo me encontraste.
Lei frunció los labios para ocultar su emoción.
—Trabajo duro —dijo Lei—. Fue definitivamente difícil. Pero eventualmente te encontré...
—...el jefe de Phoenix.
Una pequeña sonrisa se dibujó en los labios de Kwan. —Intenté ocultarlo tanto, de verdad. Por favor no dejes que el público se entere de esto. No quiero ser un objetivo público. Además, estoy contento de estar aquí con mis máquinas.
Lei ya no pudo ocultar su sonrisa.
Era él.
Realmente era él.
—No lo haría —dijo Lei—. Tienes mi palabra.