Archer saboreaba los jugos de amor de su nueva amante mientras su lengua tocaba cada centímetro de su coño; su cuerpo temblaba con cada oleada de éxtasis a medida que su lamida se intensificaba. Mantenía su ritmo, sus manos exploraban la suavidad de su jugoso trasero, una mezcla perfecta de carnoso y firme.
—Mmmmmghhh ¡Ahhhh! —Aisha dejaba escapar gemidos sensuales que llenaban la habitación en la que estaban.
—¡Sabe tan bien! Me alegra que se haya confesado, y que esto esté sucediendo —reflexionaba Archer para sí mismo mientras su lengua se deslizaba por su ranura.
Estaba perdido en complacer a Aisha con su lengua mientras frotaba su clítoris; sus acciones la hacían retorcerse a medida que el placer golpeaba su cuerpo en olas. La mujer mayor no podía manejar la intensa lamida o el toque, así que se vio obligada a agarrar el borde de la mesa para mantenerse erguida.