Archer y Maeve continuaron haciendo el amor hasta que él se adentró más en la guerrera y llenó su matriz. Cuando esto sucedió, ella agarró las sábanas debajo de ellos mientras gemía aún más.
—Mmmghh~~ Me encanta sentir cómo tu semilla se derrama dentro de mí —respiró ella, su voz temblaba mientras el placer abrumaba todos sus sentidos.
Después de eso, Archer se inclinó y susurró —No he terminado contigo; no pararé hasta estar completamente satisfecho o hasta que caigas en un coma de placer.
Maeve tembló al escuchar su plan con ella, pero él notó la sonrisa lasciva en su bonito rostro. Archer se retiró y la movió a cuatro patas, causando que sus fluidos mezclados fluyeran como una cascada.
Él contempló su hermoso cuerpo en forma de reloj de arena, que era de otro mundo. Archer creía que la figura de Maeve era la mezcla perfecta de curvas y músculos, gracias a su riguroso entrenamiento, lo cual amaba.
«Ella es toda mía», pensó, sus ojos violeta reflejando una posesividad feroz.