Archer observó el rostro del prisionero ponerse blanco, lo que le hizo reír. Ahora estaban bajo la luz; le recordaba una versión más joven de Albert, lo cual le tomó por sorpresa. Sacudió la cabeza y le preguntó al hombre:
—¿Por qué estás aquí, humano?
—Estaba robando cosas para ayudar a mi familia; el costo de vida golpeó fuerte a mi ciudad —respondió el prisionero—. Un error estúpido, pero estaré fuera en unas semanas.
Tras meditar un momento, levantó una ceja, con un atisbo de curiosidad en su voz:
—Puedo ofrecerte un trabajo, pero tú y tu familia tendrán que mudarse a mi país.
Demacia pareció desconcertado pero permaneció en silencio mientras el prisionero asentía con entusiasmo, casi como un niño demasiado emocionado. Archer continuó:
—Volveré por ti cuando sea el momento indicado. Avísales a tu familia y prepárense.