Alice suspiró profundamente. Nunca esperó que sus charlas con su padre y madre fueran tan agotadoras.
—¿Por qué siempre hablan de esta única cosa? Esperaba que rechazaran a Michael o que fueran como siempre han sido, al menos. Pero... cambiaron tanto. ¿Cómo tiene eso sentido?
Sus cejas se fruncieron profundamente. La confusión impregnaba todo su ser, pero el bombardeo de preguntas de su madre aún persistía en su mente.
—¿Quieres que alguien más se lo lleve? No lo quieres. Puedo ver eso. Entonces, ¿por qué actúas así? ¿Cuándo te crié para ser una pusilánime? ¿Así te crió la casa Zenovia? Si no estás segura de lo que quieres, siempre puedes intentarlo y abandonar a Michael si crees que no vale la pena. ¿Pero crees eso? Tú. No. ¡Lo. Haces! Intentarlo no te hará daño. Si algo, podrías encontrarte atraída a Michael más fuerte que nunca si le das una oportunidad. O quizás no funcione, pero en ese caso, lo sabrás lo suficientemente pronto para detenerte.