Todo iba de mal en peor, comenzando con la aparición del Primigenio.
Tratar con el Dios del Volcán habría sido una molestia, pero no era imposible. Miguel estaba seguro de poder derrotar al Dios del Volcán con el apoyo de las tres Maldiciones de Dios. Casi tenía al Dios del Volcán donde quería cuando apareció el Primigenio.
Si tan solo hubiera tenido unos minutos más, Miguel habría derrotado al Dios del Volcán y habría desaparecido. La fisura en el tejido del espacio y la realidad no habría podido bloquearlo y el Primigenio habría aparecido en un sistema planetario vacío.
Lamentablemente, su plan no funcionó como había previsto. Nada salió como él quería. Lo peor era el nivel de peligro del Primigenio. Miguel sabía que no podría derrotar al Primigenio, quien se lo demostró claramente.