798 Mercados Abiertos

Eran las cinco de la mañana cuando una sensación de peligro despertó a Wolfe y, por instinto, conjuró un sencillo hechizo de armadura, medio segundo antes de que un par de dedos le agarraran la oreja y tiraran.

—Estoy despierto. ¿Descansaste lo suficiente? Seguro, una o dos horas más no harían daño —preguntó mientras Cassie lo miraba con una mirada fulminante.

—Sí harían daño. Tenemos que sacar todo este dinero antes de que las tiendas abran por la mañana. Los puestos de desayuno se estarán preparando para abrir en menos de una hora, y necesitarán dinero para hacer negocios —Cassie lo informó.

—Está bien, ya me levanté. Vamos a ver a los conejitos —Wolfe aceptó.

—¿Por qué asumes que vamos a ver a los conejitos? —preguntó ella con sueño.