Los Representantes explicaron su idea de reubicar un montón de tribus salvajes aquí y tener hechizos del calabozo redirigidos para enfrentarse a los monstruos y tribus locales, en lugar de amenazar a las ciudades.
Una vez que terminaron, el Rey Demonio sonrió.
—¿Qué tal si les ayudo con eso, solo un poco? Verán, ahora soy el Rey que supervisa a las tribus salvajes, y bloqueo los portales de los caídos que intentan invadir a través de las tierras salvajes. Creo que su idea podría resultar en un fascinante estudio sobre el comportamiento humano y salvaje. Solo denme un momento para llamar a un viejo amigo —dijo el Rey Demonio.
El Demonio se giró y encontró que la persona en cuestión, un Serafín de alas blancas, ya estaba de pie justo a su lado.
—Oh, aquí estás. Buena aparición. Ahora, ¿qué piensas sobre mi plan? —preguntó, sin explicar nada en absoluto.
El Serafín pareció contemplar la respuesta durante unos segundos y luego asintió.