Corte Real del Imperio de la Escarcha.
—Próximo infractor de la ley, entre al recinto de la Corte —anunció el Anunciante.
Dos guardias entraron en la Corte con Anon y su cabeza estaba cubierta con un paño negro.
—Declaren el crimen cometido por este íncubo, guardias —habló el Anunciante.
—Este íncubo intentó amenazarnos en la puerta principal del reino, mi reina —uno de los guardias habló con una expresión neutra mientras miraba a Floria.
—¿Por qué sigue de pie? Pónganlo de rodillas... —Floria habló con una voz llena de actitud mientras miraba a Anon.
«Haa... ¿Qué desperdicio?», pensó Anon mientras movía su cuello de izquierda a derecha, suspirando.
—Suspiro...
—Oi, ponte de rodillas —habló el guardia mientras colocaba su espada sobre el cuello de Anon.
Anon no dijo nada y continuó de pie en esa postura.
—Mi reina, no está siguiendo las órdenes verbalmente... ¿Debemos recurrir a castigos físicos? —preguntó el guardia.
—Rompanle las piernas —habló la reina.