—Maestro... ¿Puedo entrar? —preguntó Mike mientras golpeaba ligeramente la puerta.
—Sí, Mike... Entra. —La voz de Anon vino desde dentro.
—Gracias maestro. —Mike habló mientras abría la puerta y entraba a la habitación con una expresión neutral.
En cuanto entró a la habitación, notó que Anon estaba ajustándose los pantalones y una criada ogro yacía inconsciente sobre la cama, con su trasero levantado en el aire y el Semen de Anon fluyendo sin parar de su coño.
—Maestro, si está ocupado... Puedo— Antes de que Mike pudiera terminar su frase, Anon lo interrumpió.
—¿Qué sucede, Mike? —preguntó Anon mientras se ajustaba la ropa y sacaba un cigarro del bolsillo.
—Maestro, como me ordenó... He investigado la distancia de 56 kilómetros desde nuestra casa hacia el lado Noroeste... Pero, no he encontrado ningún Roble. —Mike respondió con una sonrisa.
—Hmm... ¿Estás seguro? —preguntó Anon con una expresión confusa.
—Sí, Maestro. Estoy 100% seguro. —Mike respondió.