—Maestro, maestro, despierta... Ya hemos llegado —dijo Jessica mientras tocaba las rodillas de Anon.
—¿Eh...? ¿Dónde? ¿Quién? —Anon despertó de su sueño y miró a su alrededor con una expresión de sorpresa en su rostro.
—Ya estamos aquí, maestro —dijo Jessica.
—Oh, ¿ya estamos? ¿Me quedé dormido y ya llegamos? —preguntó Anon con una expresión confundida.
—Mi reina y señor... Por favor, vengan —el mayordomo lagarto, respondió con una expresión neutral mientras señalaba hacia la alfombra roja que habían extendido para Jessica hasta el Castillo Real.
—Vaya maestro... Te ves realmente guapo —comentó Jessica con una sonrisa.
—Gracias, mi dama —respondió Anon con una sonrisa mientras hacía un lazo con la mano para que Jessica pasara la suya.
—Vaya, vaya... Parece que alguien conoce las maneras de los reales —habló Jessica con una sonrisa mientras colocaba inmediatamente su mano en la de Anon y ambos comenzaron a caminar hacia el Castillo Real.