—¿Espera, entiendo que tienes una moneda de oro y tu cuerpo, pero por qué la tortuga de vidrio? —preguntó Anon con expresión confundida mientras miraba a la sirvienta.
—S-Solo me gusta mucho... —respondió la sirvienta con expresión avergonzada mientras giraba su rostro.
—¿Por qué no me miras a los ojos? —preguntó Anon con una sonrisa.
—E-Estoy avergonzada... Después de decir eso —respondió ella con una expresión aún más avergonzada y su rostro se puso rojo como un tomate.
—Bueno, aquí está la cura para la enfermedad de tu hermano —habló Anon mientras convocaba una poción curativa de alta calidad.
La sirvienta la miró con ojos brillantes, pero cuando alzó las manos para tomarla, Anon la retiró.
—E-Eh... No tan rápido, Luv. Primero tienes que hacer el pago —respondió Anon con una sonrisa mientras miraba a la sirvienta.
—A-Aquí está la moneda de oro, Señor —habló la sirvienta mientras sacaba una moneda de oro de entre su escote.