Thea y Bashenga estaban teniendo un enfrentamiento de miradas bastante intenso, alto sobre las nubes.
Por primera vez en días, Bashenga ya no estaba atrapado en su forma de bebé y en cambio parecía un joven adulto muy competente y llamativo.
Pero Thea en realidad parecía bastante irritada con su hermano menor.
—Todavía no creo que esta sea una muy buena forma de resolver tus sentimientos —dijo Thea.
—Tus pensamientos están anotados —Bash desestimó.
—¡Tómate esto en serio, Bash! ¡Soy tu hermana, te amo, solo estoy tratando de ayudar! —exclamó Thea.
—¡Entonces deja de confundir mi mente con todo este sentimiento barato! —replicó Bash.
Bashenga creó dos soles literales en ambas manos.
Los lanzó a Thea con la misma facilidad con la que uno lanza pelotas de tenis; significando que su interés en hablar ya había expirado.
Thea soltó un suspiro exasperado.