¡Kabum-Bum!

Mira era imperturbable en términos de compostura.

Solo porque su enemigo no parecía querer compartir su identidad con ella, eso no significaba que se preocupara demasiado en descubrir quién era él.

Todo lo que le importaba era el hecho de que podía hacerle sangrar. Quienquiera que fuera.

Aun así, le pareció de mala educación no preguntar al menos una vez.

Ella sonrió de manera casual. —¿No planeas presentarte?

El hombre encapuchado no se inmutó. —No tengo intención de dar mi nombre a uno de los despreciables hijos de Abadón.

—¿Qué tal rendirte a uno entonces? —Mira sonrió inocentemente.

—Creo que no. Me alegrará ver a tu padre llorar cuando venga a buscarte y tu cabeza repose en una lanza.

Si el hombre encapuchado esperaba desconcertar a Mira con sus palabras, estaba muy equivocado.

Había escuchado amenazas y burlas más violentas de individuos mucho más malvados que él.