Todos en la habitación sintieron que su ansiedad se disparaba. Si una fuerza tan poderosa había puesto activamente sus ojos en Ayaana, ¿cómo se suponía que alguien aquí la protegiera de algo así?
—¿Por qué Caos querría hacernos esto a nosotros de entre todos los demás en la totalidad? —preguntó Ayaana.
Su voz era firme e inquebrantable, como si se negara a ser perturbada por esta situación.
Ella estaba manejando todo esto mucho mejor que Abadón y Eris, eso estaba claro.
—¿Por qué no iba a quererte? —dijo Adeline con suavidad—. ¿Un cuerpo con solo un rival conocido en este rincón de la creación? ¿Y once personalidades diferentes por las que podría cambiar en cualquier momento?
—También ya estás compartiendo una divinidad del caos bastante poderosa gracias a Tatiana. Serías el recipiente perfecto para ella, como una mano en un guante —añadió Asherah.
Ayaana asintió en entendimiento. —Pero ¿para qué necesita un recipiente que no pueda hacer ya por sí misma?