¿Lailah se va?

Abadón se despertó con la sensación fría de hielo presionado contra su frente. Abrió los ojos lentamente y encontró a Sif sentada sobre él, sosteniendo su palma contra su piel. —¿Te sientes mejor, mi estúpido esposo?

Abadón no sabía si debía estremecerse por el insulto o por el dolor que asolaba su cuerpo. Se incorporó y se dio cuenta de que varias caras poco amables, aunque hermosas, lo observaban desde el pie de la cama. La mirada de Valerie era particularmente desagradable mientras besaba amenazadoramente su preciado codo. No podía explicar por qué encontraba ese gesto tan atractivo.

—Chicas, les juro...

—Nope —dijo Audrina.

—Solo necesito...

—Nuh-uh —interrumpió Eris.

—¿Podrían alguna de ustedes simplemente escucharme durante dos segun...?

—Ya sabemos todo lo que quieres decir —afirmó Erica.

Abadón suspiró frustrado. —Aprecio su preocupación, pero aún siento que sería mejor si...