—Hace varios miles de millones de años...
—¿Juez?
Abadón frunció el ceño mientras miraba al familiar anciano sentado en su prístino trono blanco.
—Sí. Sé como su mano guía y la vara que les da dirección —respondió Yesh—. Creo que serás perfecto para la responsabilidad.
Un joven Abadón se pasó las manos por su corto cabello ondulado y soltó un profundo suspiro de agotamiento.
—Anciano... Cómo es posible que sacaras "quiero un trabajo" de que te diga que me voy a casar está más allá de mi comprensión —suspiró.
—Felicitaciones —la sonrisa de Yesh no podía verse, pero siempre podía sentirse—. Puedes pensar en esto como tu dote.
Abadón no quería empezar una pelea con Yesh otra vez. Solo acababan de reconciliarse después de la última vez que le había dicho algunas palabras duras al antiguo ser. Pero aún así, fuera cual fuera este puesto que se le ofrecía, no lo quería.
—Dáselo a Miguel, siempre está buscando algo que hacer para ganar tu aprobación —desestimó Abadón.