Volviendo a Casa

La oficina de Abadón se usaba cada vez menos últimamente. Según él, cada vez que ponía un pie en este lugar el mundo intentaba acabarse a sí mismo. Sin embargo, hoy simplemente no pudo evitarlo. Estaba buscando un lugar tranquilo para sentarse y estar a solas con sus pensamientos. Abadón estaba ocupado escribiendo en un pequeño cuaderno, cuyo contenido solo él conocía. Eventualmente, cerró el cuaderno y dejó que su cabeza rebotara sobre el escritorio de madera frente a él. Curiosamente, Abadón pensó que operar en una capacidad pública era mucho más fácil cuando no tenías que preocuparte por gustar a los demás. Pero ahora que Abadón se estaba volviendo más consciente de su imagen pública, sus responsabilidades comenzaban a sentirse mucho más costosas. Giró su cabeza hacia un lado y miró a Gandora, que estaba acurrucada y le devolvía la mirada con una expresión inocente.

—¿Qué posibilidades hay de que quieras tomar mi lugar como Juez?

Gandora se cubrió los ojos con su cola.