Oración Ferviente

Izanagi no podía creer este giro de los acontecimientos.

De alguna manera estaba siendo amenazado por la misma mujer que hace unos milenios ni siquiera levantaba la cabeza sin su permiso.

Ahora era esa provocadora beligerante lanzando disparates sobre haber sido rehabilitada de sus maneras asesinas.

Todo era una gran broma demasiado seria para reír o llorar.

—Ahora, si me disculpas…

Izanami se dio la vuelta y comenzó a caminar de regreso hacia Gandora tras declarar su libertad e intención de vivir tranquila y feliz con su nueva familia.

Y Izanagi, por razones que no podía explicar, iba a permitir que ella se fuera libre.

Quizás simplemente no quería tener que mirarla más.

Pero hubo un momento en que Izanami se detuvo y se dio la vuelta para enfrentar a Amaterasu.

La expresión en su rostro no era de satisfacción ni una mirada agresiva. Más bien, era una mirada cálida y suave que solo podía provenir de una mujer que estaba en total paz consigo misma. Y con su vida.