—Valerie, cariño, ¿puedes pasarme esa lámina de ahí? —Lailah extendió la mano sin mirar para arriba desde su microscopio.
Valerie estaba escribiendo en su iPad en ese momento mientras gruñía para sí misma con enojo.
Belloc la había enganchado con un juego de paga-para-ganar de Tierra ayer, y ahora era todo en lo que pensaba.
Estaba agradecida de ser adulta y que el dinero no le importara. No podía imaginar tener que limitar sus gastos con esta cosa consumiendo tanto de su mente.
—¡VAL!
—¿H-Huh? ¿Qué está pasando? —Valerie miró hacia arriba.
—Tsk, tsk, tsk. Qué hija tan desconsiderada tengo.
Gulban había estado sentado en el suelo y emborrachándose cuando de repente se levantó para entregarle a Lailah la lámina que estaba pidiendo.
Valerie fulminó con la mirada a su padre y miró fuera de su pantalla por primera vez en cuatro horas.
—¿Por qué estás aquí, viejo? ¡Estás interrumpiendo nuestro tiempo de calidad aquí!