Salomón miró a Belial con incredulidad.
—He estado muerto durante cuatro mil años, Belial. Y viví una vida larga. ¿Cómo pudiste haber visto su futuro cuando me conociste? Un solo evento divergente, y él nunca habría existido. ¿Hasta qué punto tuviste que mirar para verlo?
Belial suspiró mientras negaba con la cabeza decepcionado.
—Hemos pasado casi cinco milenios juntos, y aun así, todavía no comprendes las complejidades de mis habilidades, Salomón. Te han llamado el gran sabio, Salomón el Sabio, pero parece que nunca fuiste el intelecto más agudo, ¿verdad? —provocó Belial.
—Ten cuidado con tus palabras, Belial. Aunque ya no tenga dominio sobre ti, todavía poseo el poder para borrarte de la existencia —gruñó Salomón, su voz goteando con amenaza.
—¿Puedes? —preguntó Belial con una sonrisa.
—Está bien, basta ya —intervino Alex.
Belial miró a su nuevo maestro y chasqueó la lengua.