Apenas se oía un sonido en la habitación mientras ambos hombres intentaban localizar al otro, asegurándose de permanecer ocultos.
David tenía un mejor entendimiento de sus poderes y estaba usando mana para rastrear al asesino, pero no era tan fácil como pensaba. Algo era extraño en sus movimientos.
Era como si el asesino se estuviera teletransportando de alguna manera. Pero no debería tener esa habilidad.
En el recuerdo de David, Gregory era un maestro del sigilo y el asesinato a distancia, no un portador de magia. Esta revelación solo profundizaba el misterio.
Sin embargo, su presencia seguía saltando por la habitación, y no en caminos constantes, tampoco. Podía decir que la presencia se desvanecía y reaparecía.
Pero, para el asesino, las cosas también se veían sombrías.
Ni siquiera podía localizar dónde estaba su atacante. Solo podía sentir la presencia amenazante a su alrededor, como una esfera omnipresente de intención asesina.