Cambiando las Runas

La circunferencia rúnica canalizaría de hecho un poder inmenso en su alma, quizás permitiéndole superar la trampa del alma, pero parecía... forzoso.

Era como intentar desbloquear una puerta forzándola.

El hechizo, carente de finura, era una fuerza volátil, su poder crudo y sin refinar. Killian no podía sacudirse el temor de que David había subestimado gravemente el dolor que infligiría, un dolor que podría potencialmente destrozar su misma alma.

Una cosa que Killian sabía con certeza sobre las almas era que eran algo frágil. Y empujar demasiado poder en ella traía consigo el peligro de romperla.

Pero Alex comenzó a sonreír, lo que hizo fruncir el ceño a David.

—¿Por qué estás esbozando una gran sonrisa estúpida? —preguntó David, preocupado.

—Este hechizo, creo que puedo mejorarlo —respondió Alex, mientras las runas comenzaban a cambiar, manando mana de Alex.

La presión de su mana creció, a medida que el hechizo se activaba completamente bajo su control.