El Problema Inesperado

—En todo caso —dijo David, retomando su informe—. Una vez dentro de la caldera, necesitaremos encontrar una manera de despistar a nuestros escoltas, o asegurarnos de que no puedan seguirnos. Porque en cuanto las arpías nos vean, no habrá tiempo para decirles que corran. Las arpías tienden a actuar como una bandada, y según mis cálculos, ya debería haber no menos de treinta.

—Si tenemos que proteger a dos personas normales mientras luchamos, esta caza pasa de peligrosa a posiblemente mortal. Necesitaremos toda nuestra concentración en ellas.

—Me encargaré de eso —dijo Liu Yan con una sonrisa misteriosa.

—Sin matar —intervino Alex, inseguro de lo que tenía en mente.

—¡Por supuesto que sin matar! ¿Quién crees que soy? —replicó Liu Yan poniendo cara de ofendido y mirando a Alexander con fingido descontento.

—Eh. Apenas te conozco. Quizá seas un psicópata encubierto. Mejor especificar que tener que lidiar con cadáveres —se encogió de hombros Alex, diciendo.