Llegando al Caldero

Al salir por la parte trasera del edificio, el grupo se encontró en una vasta llanura vacía que conducía hacia el volcán, y pequeños suspiros de asombro escapaban de sus labios.

Era una vista inspiradora, incluso entremezclada con el sinuoso camino de adoquines y rieles de madera que conducían hacia el bosque. En el fondo de esta decoración, podían ver esa misma barandilla de madera serpentear por el costado de la montaña, subiendo por el lado del volcán.

El bosque, aunque no demasiado extenso y a unos cientos de metros frente a ellos, estaba lleno de distintos árboles de Pino Coreano, todos los cuales habían sido podados en la base, tanto para evitar que la gente los trepara, como para permitir un agradable y transpirable camino por entre ellos.