La oscuridad no duró mucho para Jin-Sil, cuyos ojos parpadearon abiertos ante el ensordecedor rugido de las llamas y el calor casi abrasador que desprendían al devorar una pared cercana con un torrente de fuego.
El rugido de las llamas solo se ahogaba ocasionalmente por el aplauso del trueno y las explosiones en la dirección opuesta.
Jin-Sil tardó un segundo en ajustarse a esta repentina cacofonía, estremeciéndose mientras el sonido amenazaba con reventarle los tímpanos con cada trueno.
—¡No puedo sostener la pared por mucho más tiempo! —La voz de Rì-Chū entró en sus oídos.
—¡La cueva no es lo suficientemente grande para una pelea de esta magnitud! ¡Manténla tanto como puedas, Rì-Chū! —Kary le respondió.
Jin-Sil miró alrededor, notando a Cory a su lado pero mirando hacia otro lado, y a todos en alerta máxima.