Siguiendo el viento, una gigantesca bola de luz salió disparada, transformándose en una figura emplumada que voló directamente hacia el pecho del dragonkin, empujándolo casi hasta la pared antes de que el dragonkin la apartara.
La figura emplumada voló de regreso al lado de Alex, y su cabeza se giró para mirar el cadáver zombificado que solía alojarla.
—Eso es inquietante —comentó Phaelia, la reina arpía, apartando la vista de su propio cuerpo muerto moviéndose sin su alma dentro.
De repente, una enorme estaca de hielo atravesó el suelo frente a Alexander, enviando hacia arriba la guisarma del enemigo antes de atravesarlos a ambos, y la voz de Violeta llegó a sus oídos.
—¡Ustedes dos! ¡Concéntrate! —gritó, ya conjurando otro hechizo de ataque.
—Qué mandona —bromeó Alex, guiñándole un ojo.
Phaelia, por otro lado, miraba todo a su alrededor desde una perspectiva diferente. Esta era su primera aparición como un cuerpo espectral, y algo era diferente de cuando vivía.