William pasó tres horas observando y pensando en silencio, mientras los demás seguían esperando qué iba a decir y hacer. Su mente era como una tormenta, un lugar donde acababa de explotar una bomba nuclear. Estaba llena de toneladas de información, una cantidad masiva de técnicas y diferentes escenarios sobre cómo mezclarlas.
Realizó toneladas de escenarios, donde modificaba todo e imaginaba cuál sería el resultado final. Aquí había un poco más de setecientos maestros, y tratar de organizarlos era como intentar tirar de setecientas ballenas con hilos de pescar, tratando de arrastrarlas todas hacia la orilla al mismo tiempo.
Al principio era bastante imposible. Sin embargo, cuando empezó a colocarse a sí mismo en el centro de todo esto, las cosas comenzaron a desarrollarse bastante bien. Ya tenía muchos elementos y podía actuar como el eje mientras los demás se apoyaban en su actuación.