—Déjame echarte una mano —William retrasó su avance hasta que sus amigos se acercaron desde la trinchera. En el momento en que lo hicieron, liberó muchas de sus flechas, lanzándolas una por una para hacer que cada flecha cruzara la distancia hacia las murallas, cayera y explotara ferozmente sobre las cabezas de las fuerzas allí atrás.
Su ataque llegó justo a tiempo con la llegada de sus amigos y maestros de su gremio. Cuando vieron las flechas aterrizar y explotar ferozmente, todos entendieron que William había captado sus intenciones y estaba de acuerdo con su decisión.
—¡Vamos! ¡El jefe nos está ayudando incluso en tal situación! ¡No nos dejemos mal frente a él! —Sara, quien actuaba como líder temporal de este equipo y del gremio entero en ausencia de William e Ibra, gritó para avivar las llamas del combate en todos ellos.