—¡Ataquen! —gritó Pereza primero, y luego todos siguieron. No necesitaban decir nada más, no necesitaban preguntar qué había pasado para llegar a una situación tan desesperada.
Cuando recibieron la llamada angustiosa de Lara, fue justo cuando William estaba atrapado en medio de los enemigos. Él estaba sano y salvo, y muchas cosas habían cambiado desde entonces.
Si los jóvenes pusieron tanto esfuerzo y hicieron todo eso para aplastar a los enemigos, entonces se esperaba que estos viejos y más formidables maestros harían. Todos usaron sus técnicas más poderosas y letales desde el principio y no reservaron nada.
Se unieron a la lucha como si estuvieran enfrentándose al enemigo más fuerte y feroz que jamás habían enfrentado en su vida. La lluvia de ataques aterrizó, y las cosas cambiaron desde entonces.