—Tú... —en el momento en que William escuchó esas palabras, no pudo controlar su ira—. ¿Eres tú quien envió a ese bastardo de nueve colas a mi mundo?
—No envié a nadie, solo lo elegí y lo apoyé hace toneladas de años. El tiempo en nuestro mundo no tiene significado ni valor, no como lo ven ustedes patéticos humanos. Ese monstruo, ¡tú no eres digno ni de actuar como su sirviente! Él es dominante, la esperanza de todos los espíritus para allanar el camino hacia la ascensión...
—¡Eres uno de esos malditos lunáticos del campamento del Caos! —William confirmó su sospecha inicial, sacudiendo la cabeza lentamente como si esto le decepcionara o algo así.
—Tú... ¿Crees que tu querido zorro no es uno de nosotros? Qué ingenuo de tu parte, ¡jajajaja!
—¡No lo creo! ¡El zorro negro no es como ustedes, lunáticos! —William no creyó lo que ese espíritu dijo, y simplemente replicó, en un tono calmado.