William estaba durmiendo como un bebé mientras todos se desviaban de sus órdenes iniciales, arruinando su plan. Cuando se despertó seis horas más tarde, no pudo evitar gritarles a todos.
—¿¡Qué demonios están haciendo!? ¡Les pedí que usaran las formaciones, no que los mataran por su cuenta!
—Son débiles y pocos en número, ¡podemos manejarlos! —Pereza estaba más cerca, asegurándose de no dejar el lado de su princesa sin importar qué.
—¡Dije que activaran las malditas formaciones, no intenten hacerse los listos en un momento tan crítico! ¿Quieren que el rey y los demás mueran? ¿Quieren morir también?
Sus palabras despertaron a todos de golpe. Pronto se dieron cuenta de que habían cometido un error grave, y William no esperaba que se desarrollara una situación así. Todo lo que necesitaban era seguir sus órdenes al pie de la letra, pero usaron sus cerebros, y eso hizo que arruinaran todo lo que había planeado hasta ahora.