—No pienses que no te haré responsable de esta promesa —advirtió Lara—. ¡Puedo pedir la ayuda de otros, y ni siquiera tú podrás enfrentarte a ellos!
—No voy a retractarme de mis palabras —William levantó ambas manos en el aire, actuando tan inocente como lo haría un mentiroso. Verlo hacer esto hizo que Lara estuviera más segura de que no le diría nada.
Aun así, ella no rechazó su petición. Lo conocía, alguien que amaba hacer las cosas por su cuenta y nunca pensaba en pedir ayuda antes. Y eso significaba que lo que él había venido a hacer era bastante importante, y realmente necesitaba su ayuda.
En los próximos minutos, transmitió las órdenes a todos los maestros de la ciudad a su alrededor. Y en la siguiente media hora, un gran cambio ocurrió en todo el campo de batalla.