Asher permanecía congelado, con los ojos desconcertados fijos en la delicada figura llameante que flotaba grácilmente ante él.
La pequeña niña, formada enteramente de líquido fluido y llamas de color naranja rojizo, flotaba serenamente sobre la tierra calcinada. Cuatro ojos carmesí brillaban juguetonamente, aunque sugerían una profunda sabiduría oculta bajo su fachada inocente.
—¿Tú... eres la Doncella del Infierno? —susurró Asher en voz baja, la cautela mezclándose con la incredulidad. Recordaba vívidamente a la imponente y temible criatura que enfrentó en la Cámara del Infierno, su poder aterrador y abrumador.
Pero esta pequeña niña parecía nada más que una imitación más joven y pequeña: delicada y extrañamente hipnótica.
Los ojos escarlata de la chica de slime en llamas se curvaron suavemente en forma de media luna mientras reía, su voz como una dulce melodía llena de amable diversión.