Skully asintió lentamente, su maldita forma emanando una quietud escalofriante, reconociendo las palabras de Asher en silencio. Pero antes de que Asher pudiera siquiera parpadear, Skully ya había extendido sus manos carbonizadas, sosteniendo algo pequeño pero inconfundiblemente familiar: la forma inconsciente y debilitada de Lori.
El corazón de Asher se apretó dolorosamente ante la vista. El pequeño y serpenteante cuerpo de Lori, usualmente tan lleno de vida y robusto, ahora yacía inerte, sus escamas opacas y enfermizas. Su respiración era tenue, apenas perceptible mientras su pecho se elevaba y caía débilmente. Ver a la otrora enorme, orgullosa y poderosa serpiente reducida a un estado tan lamentable desgarraba amargamente el corazón de Asher.