Bajo la cobertura de la oscuridad, un poco lejos del Reino de Sombras Nocturnas, Rowena y su gente se movían cuidadosamente por terreno accidentado y peligroso.
Los supervivientes del Reino de Bloodburn viajaban lentamente pero con firmeza, miles caminando con determinación oscura y ojos vigilantes.
Generales y soldados rodeaban su caravana protectivamente, armas listas, sus miradas agudas escaneando las sombras en busca de amenazas.
Alquimistas trabajaban diligentemente, siguiendo al grupo principal, dispersando polvo especial y sustancias infundidas con maná diseñadas para borrar sus huellas.
Seron, Jael, Esther, Sabina, Silvia e Isola se movían al frente, expresiones tensas y vigilantes, preparados para cualquier cosa.
En el corazón de la caravana, dentro de un modesto pero robusto carruaje negro, Rowena se sentaba en silencio, amamantando a su recién nacida hija Ravina.