—Oye, ¿me escuchaste? —Kane golpeó la cabeza de Rui, quien estaba profundamente absorto en sus pensamientos—. Vámonos ya.
—Ah, cierto, mi culpa —asintió Rui, saliendo de su estupor.
Se sentía mucho más refrescado después de haber decidido con determinación lo que quería hacer, y eso se reflejaba en su comportamiento.
Los dos rápidamente tomaron los depósitos esotéricos del decimonoveno piso antes de salir de la mazmorra, asegurándose de usar cuidadosamente el Paso del Vacío para asegurarse de que nadie los detectara antes de regresar a su pequeño y discreto albergue justo fuera del Camino del Anillo de Aventureros.
Aunque a los dos, especialmente a Rui, les hubiera encantado caer en la cama y tomar un buen y largo descanso en sus habitaciones, todavía tenían trabajo por hacer.